¿Quiere el PP acabar con ETA?
La inesperada detención de los presuntos miembros de ETA que se vinculan al asesinato del ex jefe de la policía municipal de Andoain, Joseba Pagazaurtundua, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la capacidad de encaje del Partido Popular, que parece no ver de buen grado los éxitos policiales de la política antiterrorista del gobierno. La posibilidad de que el ejecutivo de Zapatero se acerque a la recta final que conduce al término del terrorismo etarra ha puesto de los nervios a los dirigentes de este partido, que lo interpretarían como un serio revés para sus aspiraciones electorales. Es por ello, que toda la maquinaria de intoxicación informativa del partido y de sus medios de comunicación afines está calentando motores, preparando el escenario ante la opinión pública, para desacreditar al presidente de gobierno y a su legítima aspiración de acabar con ETA.
Los puntales de esta operación mediática, en los que ya están incidiendo con machacona y progresiva insistencia y que tiene por objetivo desprestigiar la política antiterrorista, son tres. La existencia de un proceso de dialogo abierto con la organización terrorista, la política penitenciaria sobre el acercamiento de determinados etarras al País Vasco y el sentimiento de desprecio y humillación que tanto el dialogo como el acercamiento de presos provoca en sus víctimas.
He afirmado que el Partido Popular parece no desear que el gobierno socialista acabe con ETA y no cabe hacer otra interpretación cuando se analizan las críticas que esgrimen contra sus actuaciones antiterroristas. Y el mejor análisis que pudiera hacerse es el de evidenciar las contradicciones de los dirigentes populares -entre los que destacan, por la virulencia de sus recientes declaraciones, los eurodiputados Mayor Oreja, Iturgáiz y Jiménez Becerril- planteando algunas cuestiones que carecen de una explicación razonable.
En este sentido, cabria preguntarse: ¿cómo es posible que sostengan, ayer, la bondad de establecer un “generoso” diálogo con ETA -o MLNV, según Aznar-, manteniendo contactos en una mesa abierta con la expresa voluntad de que a su fin no haya “ni vencedores ni vencidos”, y hoy, signifique una humillante rendición a la banda terrorista? ¿por qué podían acercarse, ayer, cientos de presos etarras al País Vasco y proceder a excarcelaciones antes del cumplimiento íntegro de sus penas -alguna con funestas consecuencias como la de Iñaki Bilbao que hizo uso de su libertad para asesinar a un concejal socialista-, y hoy, es una actuación “nauseabunda”, en expresión utilizada por la cohorte mediática del PP? y, por último, ¿por qué algunas víctimas -por las que tengo una infinita consideración- y, en particular, sus asociaciones, no mostraron, ayer, ninguna queja por el dialogo con ETA y el acercamiento de presos y, sin embargo, hoy, en palabras de la eurodiputada popular Jiménez Becerril, les sume en “la humillación y el desgarro”?
O la cúpula del Partido Popular aclara con sólidos argumentos estas contradicciones o sólo cabe interpretar, que su cínica y desleal actitud ante la política antiterrorista del gobierno de la nación, tiene como único objetivo el de obstaculizar el fin de la banda terrorista ETA. Así de claro.
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