LA RECETA DE RAJOY CONTRA LA CRISIS
Una pregunta nada maliciosa de una joven entre el público: ¿Qué medidas incluirá Mariano Rajoy en su programa para crear empleo y ayudar a los jóvenes emprendedores? El líder de la oposición titubea, duda, carraspea. Al tercer “eehhh…”, el entrevistador, Pedro J. Ramírez, le interrumpe: “A ver si es capaz de contestar en menos de un minuto”. Y Mariano –eehhh– Rajoy explica que le ha pasado “una cosa verdaderamente notable”: “Que lo he escrito aquí y no entiendo mi letra”. Si en vez de una entrevista fuese una comedia de televisión, sería entonces cuando sonasen las risas enlatadas.
Pero lo peor viene después, cuando Pedro J. repite la pregunta y Rajoy al fin contesta a la aguerrida voluntaria: “Cuanto más sepas, cuanto mejor te formes, cuanto más te preocupes, cuanto más estudies, cuanta más vida tengas…, mucho mejor, y muchas más posibilidades”. Y hasta aquí puedo leer porque esto es todo. En estos consejos de los que me daba mi abuela se resume lo mejor de su programa (y ponte la bufanda, que hace frío). Es urgente llamar a un buen grafólogo capaz de descodificar esa fórmula mágica para acabar con el paro que Rajoy escribió en ese papel y ahora no entiende. Después de tres entrevistas en tres días en El Mundo –que espera cobrar pronto el nada sutil publirreportaje–, aún seguimos sin saber qué haría Mariano Rajoy si él presidiese el Gobierno. Sus pocas propuestas concretas se resumen en tres. Uno: aumentar el déficit con bajadas de impuestos a las empresas y desgravaciones fiscales al ladrillo. Dos: recortar “gastos superfluos”, un potaje del populismo habitual que estaría muy bien si el PP lo aplicase en las administraciones que gobierna. Y tres: “Generar confianza”. ¿De verdad podemos confiar en un gran estadista como éste?
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