Imaginen Uds. la conversación entre sí, de los sillones del salón del Ayuntamiento después de haberse celebrado alguno de esos interminables plenos. Sería estupendo saber la opinión de aquellos, que no solo aguantan el peso político de nuestros ediles, si no también, el exceso de kilos de algunos de quienes se sienta en ellos. Yo he querido hacerlo y esta ha sido mi experiencia. Imagino algunos soltando un.. pufffffff.... por fin, para a continuación oír decir, al que es ocupado por el Líder de la Oposición, “que pesado este hombre y... para.... no decir nada”, ahora viene denunciando ante el Consistorio, todo aquello que él pudo hacer y por su ineficacia, ineptitud y dejadez, no hizo, como bien sabemos todos. De inmediato, es contestado al unísono por algunos de sus compañeros de bancada, reprochándole ese comentario, ante las sonrisas irónicas de los de enfrente. El situado más próximo a quien se atrevió a quejarse, el que es el más sufridor, por ser el que más peso soporta y no me refiero al político y haciendo gala de ese dogmatismo ideológico y su sentido de la lealtad a las siglas, le espeta con esa fuerza que da el sentirse ofendido," no te quejes, el tuyo por lo menos, algunas veces se levanta para hablar, hay otros, continua diciendo sin dejar de mirar a los de enfrente, permanecen sentados sin cambiar de postura durante horas". Otro próximo añade, “nosotros, solo aguantamos a los nuestros cada cierto tiempo, hay otros colegas como el del despacho del Alcalde, ese si que es para estar quemado”. ¿No sé porque dices eso? responde de inmediato, uno de los de enfrente, molesto por lo que acaba de escuchar. Te lo explico, dice el anterior, con una sonrisa que delata la oportunidad de respuesta que le ofrece la pregunta. Se queja, de que, a pesar de ser muy amigo vuestro, lo poco solidarios que sois con él y la falta de apoyo que tiene por vuestra parte. Él creía, continua diciendo, que después de ese tan cacareado Golpe, también se vería beneficiado, quitándose de encima el peso de la Alcaldía. Imaginaba también, que el nuevo, estaría mas en la calle y así se libraría de tenerlo todo el día encima, pero.. al parecer no es así, este sale menos que el anterior y en cuestión de pesadez, parece que son iguales. En fin, él, que se ha creído siempre el sillón más importante del Ayuntamiento, dice ahora que estaría dispuesto a cambiarse por el del Alguacil. ¿ Y porque no culpa a nosotros? pregunta extrañado uno de ellos, él cree, responde el otro, que sois los únicos que tenéis la fuerza para obligarle a que no este todo el día sentado en el despacho y salga a la calle, ¿Y si no quiere? pregunta de nuevo. La respuesta surgió con la velocidad de un rayo desde esa misma bancada y sonó con la fuerza de un trueno en el salón de plenos “Le retiraríamos nuestro apoyo”. El silencio se hizo presente y solo fue interrumpido por el crujir de las viejas maderas del Noble salón de Plenos de nuestro Ilustrísimo Ayuntamiento.
Decía un ilustre francés, “Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad ”.
Atentamente Tulio
21 de junio de 2008
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