6 de junio de 2010

POLÍTICA INTERNACIONAL

Israel consigue defenderse del ataque de la flota de guerra internacional

Esta semana, si no les importa, vamos a dejar de lado los progresos que se están produciendo en el caso Gürtel, y de los que se está ocupando de forma directa nuestro jurista más insigne; Federico Trillo, el héroe del Yak 42. Podría avanzarles aquí algunas de las pruebas que han sido ocultadas deliberadamente por el Tribunal Superior de Justicia y que demuestran de forma clara que Camps no sólo pagó sus trajes si no incluso los calzoncillos que van a juego pero, como les digo, lo vamos a dejar para más adelante.

Prefiero aprovechar estas pocas líneas, para intentar limpiar de hipocresía progresista lo mucho que se ha escrito y hablado esta semana sobre el ataque que ha padecido Israel por parte de los violentos activistas propalestinos. Si no fuera por la animadversión hacia Israel que sienten los llamados sectores progresistas, deberían vastar las imágenes que hemos podido ver por televisión, para zanjar cualquier discusión sobre si la acción del ejército israelí fue o no desproporcionada.

Pone los pelos de punta ver como los activistas propalestinos preparan los tirachinas y los palos de madera para asaltar los barcos israelíes que intentaban proteger, como les corresponde y como es legítimo, la costa de su país. Es cierto que los navíos de guerra israelíes estaban fuera de sus aguas jurisdiccionales, pero cualquier persona de bien entenderá que los militares se asustaran al ver el volumen de la flota que se disponía a atacarlos y la calidad del material bélico con el contaban (en las imágenes se ven claramente que algunos de los tirachinas son de doble goma).

Como ha quedado demostrado por parte del gobierno de Benjamin Netanjahu, la intención de las fuerzas de élite que se acercaron a la flota de guerra de los activistas era negociar para impedir que pudieran entregar las armas a los terroristas de Hamas, lo que hubiera supuesto un serio riesgo para la seguridad del Estado de Israel que, como es bien sabido, apenas dispone para su defensa de unos cientos de F-18, de algunos miles de misiles de última generación y de unas decenas de cabezas nucleares sin declarar. Todas ellas, armas absolutamente ineficaces contra el ataque de los modernos tirachinas de doble goma.

Tras unos primeros disparos que tenían como objeto llamar la atención de los peligrosos activistas, para advertirles que iban a subir a parlamentar, comenzaron a descolgarse desde los helicópteros los negociadores que iban camuflados de soldados de élite (para no llamar la atención entre la marinería israelí), y fue entonces cuando entraron en acción los activistas atacando a los negociadores con las ya mencionadas armas de última generación. Los negociadores, lógicamente, presas del pánico hicieron lo que hubiera hecho cualquiera de nosotros, recurrir a las armas, que ellos creían de atrezzo, para asustar a los asaltantes.

Pero resultó que eran armas reales, el ejército israelí anda justo de presupuesto y no había para comprar juguetes, así que una acción que se inició con la mejor voluntad acabó en tragedia. Según dicen las autopsias, los muertos y heridos recibieron decenas de disparos, la mayoría de ellos a quemarropa y muchos por la espalda y en la cabeza, lo que demuestra, por si faltaba alguna prueba, que los negociadores israelíes en todo momento creyeron que estaban disparando con munición de fogueo. Porque, ¿en qué cabeza cabe que un ser humano pueda disparar por la espalda a otro que huye?

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