La bandera
Ganar la Copa Mundial de Fútbol, además de haber sido una gran alegría y un orgullo para todos, ha tenido un beneficioso efecto colateral, que es de esperar se asiente y perdure en el tiempo. Me refiero al uso que se ha hecho de la bandera nacional, de los gritos espontáneos de “Viva España” y de la recuperación de canciones donde se presume, con indisimulada satisfacción, de la condición de español.
Particularmente, me siento y considero un español accidental -aunque valoro de forma muy positiva este accidente- y no me tengo, en consecuencia, por un patriota al uso, más o menos chovinista. Pero ello no es óbice para que estime perjudicial para la convivencia colectiva que los grandes símbolos del país hayan sido patrimonializados, durante demasiado tiempo, por la derechona política, religiosa y sociológica que los ha utilizado hasta el empacho para dividir a los ciudadanos en buenos y malos, en patriotas y antipatriotas, en definitiva, entre “los nuestros” y “los otros”.
Espero que se haya aprendido la lección y que, en lo sucesivo, no se haga un uso partidista de los símbolos nacionales y que la derechona de este país no vuelva a sacar a la calle la enseña de España para apoyar con ella sus valores, sus principios y sus ideas -que sólo son suyos- o que no vuelva a entonar el himno del Estado español al finalizar sus actos y manifestaciones. Así se han comportado hasta ahora, llegando a alcanzar el desiderátum, en la primera legislatura de los gobiernos de Zapatero, cuando salían de la manita de la curia católica, los que se autoerigieron en únicos representantes del dolor de las víctimas del terrorismo y los nacionalcatólicos de siempre.
Por apoderarse lo hicieron, incluso, de canciones emblemáticas de la reconciliación nacional, pero utilizándolas para instigar, nuevamente, el enfrentamiento entre españoles. Aún recuerdo con estremecimiento cuando escupían su odio con saliva ajena cantando en sus manifestaciones “Libertad sin ira”; la canción que han guardado generaciones progresistas en el lugar más emotivo de su memoria. La visión de un primer plano de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Condesa consorte de Murillo y Grande de España, vociferando entre dientes “libertad sin ira”, me produce todavía escalofríos.
Vuelvo a la Copa del Mundial de Fútbol y a la enseña nacional. Algo muy importante podríamos haber asimilado: hacer un uso adecuado de los símbolos de la nación. Envolverse en la bandera para apoyar a la selección de fútbol que representa al país; responde a un sentimiento colectivo de identidad nacional. Envolverse en la misma bandera para manifestarse por unas determinadas ideas, que no son compartidas por otra parte de la ciudadanía; no sólo es hacer un mal uso de la enseña nacional, sino que es sumamente antidemocrático por el desprecio que significa hacia las ideas de los demás.
Las siete primeras palabras del artículo uno de la Ley 39/1981 que regula el uso de la enseña son las siguientes: “La bandera de España simboliza la nación”. No simboliza, por tanto, las ideas de un determinado partido político, los intereses de un sindicato, los objetivos de una organización patronal, ni, tampoco, las creencias de una religión, cualquiera que ésta sea. Que cada una de estas instituciones utilice exclusivamente sus enseñas; pero no las que pertenecen a todos.
Y, sin embargo, los que siempre han actuado con un sentido patrimonialista de los símbolos nacionales son los que, paradójicamente, han creído tener también el privilegio de extender los certificados de patriotismo al resto de sus conciudadanos. La expresión de “patriotismo de hojalata” para definir este fenómeno fue muy criticada en su día por sus destinatarios que llamaron “bobo solemne” a su autor. Pienso, por el contrario, que la locución fue muy acertada.
Pero seamos optimistas y esperemos que, con la pedagogía de estos últimos días, se haya producido un punto y final en el uso inadecuado de la bandera y demás símbolos nacionales. Que así sea.
Añadido: Después de escribir estas líneas veo un informativo de televisión en el que se recogen unas declaraciones de Rajoy realizadas en el Campus de FAES -la fundación del Partido Popular presidida por Aznar- en el mismo día en el que España se proclama campeona mundial de fútbol y la bandera de fondo sobre la que se recortaba su imagen era la roja y gualda. Decididamente... ¡Esto no tiene arreglo!
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