El PP y las excusas sostenibles frente a la corrupción (Carlos Carnicero)
Cada vez que aflora una nueva vía en la trama de corrupción del PP, los dirigentes de este partido buscan una nueva acusación contra alguna institución del Estado que cumple con su deber de investigar los presuntos delitos. Nunca un reproche contra los miembros de su partido implicados; en el mejor de los casos, silencios ante casos tan flagrantes como los del ex presidente Matas, el presidente Camps o ahora el presidente de la diputación de Alicante, que finalmente sí está imputado por un juez.
Las conclusiones son claras: ellos, que fueron los azotes de la corrupción en la última etapa del gobierno de Felipe González, se han convertido en los fabricantes exclusivos de justificaciones y excusas intercambiables para quienes desde dentro de su partido han metido las manos en las arcas públicas o se han enriquecido con sobornos y comisiones ilegales.
La práctica de ataque sistemático a las instituciones del Estado se puso en marcha con la teoría de la conspiración del 11-M que estableció un supuesto contubernio universal entre policías, fiscales y jueces para ocultar a los verdaderos culpables y según ellos crear acusaciones falsas.
Luego, el centro de las críticas en el inicio de la operación Gürtel fue el juez Baltasar Garzón, que según los responsables del PP estaría organizando un sistema ilegal para neutralizar a dirigentes de este partido mediante pruebas falsas.
Y por último, y como recurso no menos utilizado, la permanente acusación sin ninguna prueba de que el ministro de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba estaría manipulando organizadamente a funcionarios del cuerpo de policía para fabricar pruebas y acusaciones falsas para implicar a nuevos dirigentes del PP.
Cada una de las acusaciones no se ha sostenido nunca y los hechos han ido confirmando punto por punto el rigor de las actuaciones policiales y judiciales, pero el partido conservador jamás ha rectificado ni ha pedido disculpas a las personas que ha tratado de desacreditar para defender a los miembros de su partido implicados en la presunta comisión de estos delitos.
Sin duda la esperanza de la cúpula del PP es que los temas mueran por agotamiento de la opinión pública enredada en tantas acciones de propaganda. Pero frene a esas expectativas, la Justicia es lenta pero su paso es firme y cada vez se estrecha el cerco contra una de las tramas de corrupción más obscenas de la democracia.
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