Gemidos y llantos (Rafael Fernando Navarro)
“La inmigración tiene que estar unida al mercado de trabajo. Por tanto si no hay trabajo no se deben admitir inmigrantes” Lo dijo Alicia Sánchez Camacho en los Desayunos de TVE el martes último, día 23.
“La inmigración tiene que estar unida al mercado de trabajo. Por tanto si no hay trabajo no se deben admitir inmigrantes” Lo dijo Alicia Sánchez Camacho en los Desayunos de TVE el martes último, día 23.
Deberíamos guardar en la memoria la última campaña electoral catalana. Nos puede ayudar en el futuro a situar a cada uno en su sitio. Estamos inmersos en una vorágine que borra el ayer y nos sitúa inevitablemente en el mañana sin apenas pasar por el hoy. El alzheimer afecta también a posturas políticas que cambian de mensaje según las circunstancias sin que nadie repare en contradicciones surgidas con lo expresado hace dos meses. Y esto es muy peligroso. Los camaleones encierran dudas sobre su identidad. Llevado al terreno político, el mimetismo circunstancial encubre siempre una desviación del mensaje, del compromiso, de la postura mantenida anteriormente.
Demasiado orgasmo para una situación de crisis como la que vivimos. Montilla, La Porta, Nebrera y esa muchachada de Ciutdadans. Alcobas vivientes de gemidos, de urnas masturbadas, de carne desnuda y joven. Casi se echaba de menos a Dragó y a Sostres. Pero es dudosa tanta excitación cuando Durán i Lleida tiene que hacer un llamamiento a la reproductividad inmigrante para que no se nos venga abajo la niñez que hará futuro. Será hermoso un mañana en el que la lengua catalana la propaguen negros y marroquíes, senegaleses y rumanos. Creo que los orgasmos, los gemidos y la erótica aspirante al poder no tendrán demasiado éxito. Pero a lo mejor nos aflora una multicolor catalanidad que deja sin palabras a Puigcercós y Rovira.
En esa campaña electoral sin duda ha habido llantos. Muchos más que gemidos orgásmicos. Llantos hondos, buscando, preguntando dónde estará el pan de mañana. Porque Alicia, sobre la blancura de una gaviota, ha sabido apuntar, disparar y destruir a seres llegados desde la más miserable de las miserias. Sólo buscan un poco de trigo, u trozo de uralita, un cuaderno donde dibujar las primeras angustias de niños sin patria, un médico para parir claveles negros, gitanos o norteafricanos. Pero Alicia estaba preparada. Había aprendido de diputadas de Sarkozy. Se había entrenado en Badalona arremetiendo contra rumanos que tenían antecedentes de pobreza. Y ahora Alicia, amazona de gaviotas, rejoneaba el hambre entre aplausos de Mariano y María Dolores.
Los ricos necesitamos mano de obra barata y resulta que nos llegan personas. Es un error de aduanas. Hay que devolver la mercancía y que nos reembolsen nuestro dinero. Como los grandes comercios. Es mercancía tarada. Huele a hambre, a sudor sin ducha, a ropa encontrada en cualquier contenedor. No necesitamos personas, sólo eficacia manual, destreza productiva, rendimiento laboral. “La inmigración tiene que estar unida al mercado de trabajo” Para el hambre, la miseria y la pobreza ya se han diseñado continentes enteros donde tenerlos cercados. Les falta agua, vacunas, colegios, comercio justo. Pero tienen sida para morirse de asco sin agriar los ferrero rocher, sin infectar Emidios Tucci-corbata-y-mocasines-a-juego. A Durán i Lleida le han cegado sus fuentes de natalidad. Queda la inseminación artificial para sobrevivir en nuestra estrechez mental y afectiva.
Yo hubiera votado por el orgasmo. Son más hermosos los gemidos que las balas.
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