Cacería de señoritos andaluces
Con esa frase que pongo por título, ha definido un líder provincial socialista el acoso y derribo final al que el Partido Popular, emboscado de periódico nacional, ha sometido al hasta ayer número dos del PSOE-A
La esposa de Velasco es una persona dedicada desde hace muchos años a su actividad profesional con los mismos deberes y también derechos que el resto de los andaluces. Su actividad la ha realizado siempre al margen de la labor de su marido y demostrado jurídicamente ha quedado, con informe legal incluido, que los incentivos o ayudas recibidas son las correspondientes y ajustadas a su labor como tantas otras centenas de academias.
Eso lo sabía el PP andaluz y lo conocía tanto Arenas como Antonio Sanz. Pero también sabían que el asunto era vendible. Un titular en un medio nacional, dos en provincias, tres noticias más del asunto junto a medias verdades eran el campo propicio para sembrar la duda sobre una persona honesta pero que ocupaba un cargo y un papel muy relevante en el engranaje del socialismo andaluz. A Velasco le temía esa derecha de señoritos andaluces porque entre otras cosas, el socialista jamás temió al Partido Popular y siempre les dijo lo que creía conveniente sin tapujos ni medias tintas.
Dispararon escondidos, a la espalda, con perdigones y la pieza cayó. Eso es lo que importaba. Que casi hundan una familia, que la esposa de Velasco embarazada de cinco meses y en alto riesgo, necesitara ser ingresada de urgencia en un hospital el día antes, no importaba. Hay que llegar a San Telmo como sea y a costa de lo que sea. No importa ni el método, ni el medio ni las heridas y daños colaterales y directos que en el camino se encuentren. Lógico en dirigentes de un partido que para que su líder nacional pudiera fumarse un puro en el rancho tejano del ignominioso Bush, accedió a entrar y llevar a España a una guerra ilegal y con muchos muertos todavía. Que importa entonces hacerle un daño familiar a un compañero de Parlamento si este es del partido del gobierno.
El tiempo pondrá a cada uno en su lugar. Velasco, no me cabe la menor duda, que una vez que pase y supere este mal trago personal y familiar, volverá a la actividad donde ha demostrado, a pesar de su juventud, una valía incuestionable. El tiempo también mostrará el valor de una dimisión valiente y voluntaria, que nadie se la pidió y que ni legal ni políticamente era necesaria. Antes su familia que el cargo, es una decisión que le honra.
Mientras veremos alcaldes del PP en la calle con fianzas millonarias; gurtelianos en puestos de responsabilidad política; presidentes autonómicos macro sospechosos y pillados in fraganti que siguen en coche oficial; alcaldes ultras y machistas en su cargos y comisionistas alicantinos por doquier. Esos no sólo no dimiten, sino como Fabra son puestos como ejemplo de la labor política.
Repito que el tiempo pondrá a cada uno en su lugar y las tácticas cainitas y sus protagonistas tendrán su justa recompensa.
* Juan Luis Valenzuela